Historia

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De origen romano, y prueba de ello es que en la finca de Pascualete aparece una villa romana. En 1588 Felipe II ordenó que se vendieran (entre otros) este lugar de Trujillo llamado Santa Marta de Magasca, por 16.000 maravedíes cada uno de los cincuenta vecinos, y cuatro mil ducados por legua de término. Juan de Vargas Camargo, de la chancillería de Valladolid, actuó en nombre del Rey vendiendo el lugar a Álvaro de Loaisa. Así se convirtió en villa, con su rollo que data del siglo XVI y que hoy podemos contemplar en la Plaza, así como arquitectura tradicional y religiosa.

El poblamiento presenta vestigios de la época romana, prueba de ello es que en la finca de Pascualete aparece una villa romana.


En 1588 Felipe II ordenó que se vendieran (entre otros) este lugar de Trujillo llamado Santa Marta de Magasca, por 16.000 maravedíes cada uno de los cincuenta vecinos, y cuatro mil ducados por legua de término.


Juan de Vargas Camargo, de la chancillería de Valladolid, actuó en nombre del Rey vendiendo el lugar a Alvaro de Loaisa. Así se convirtió en villa, con su rollo que data del siglo XVI y que hoy podemos contemplar en la Plaza.


En las ricas estepas que cubren su término, grandes aficionados practican la caza, al tiro sobretodo de bravías perdices que en el mismo municipio se crian y repuebla.


Las Fiestas más destacadas son las Patronales en honor a Santa Marta, el 29 de Julio y Las Candelas el 2 de febrero.

POBLACIÓN DE HECHO 1900 – 1991.
  1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1981 1991
Santa Marta de Magasca 463 617 714 970 969 1253 983 655 444 313

 

Santa Marta de Magasca es un municipio que en 2005 contaba con 262 habitantes de hecho. La población viene sufriendo un importante declive económico y demográfico en paralelo con el resto de municipios del medio rural extremeño, como consecuencia de la crisis de la agricultura y la ganadería.

El índice demográfico de Santa Marta de Magasca ha ido disminuyendo desde la mitad del siglo XX hasta nuestros días, de modo que en la actualidad la población se ha dividido por cinco respecto a 1950. En las últimas décadas el descenso no se ha visto frenado, poniéndose incluso en entredicho la viabilidad del poblamiento a medio y largo plazo.